martes, 17 de noviembre de 2015

LA MATERNIDAD Y SUS SOMBRAS

LA MATERNIDAD Y LA SOMBRA

Fijo la mirada en un punto, se vuelve borroso y a veces mi mente se queda en blanco aguardando no sé qué y esperando nada de nada.
Momentos existenciales los llaman.
Cuando deseaba ser madre tenía unas expectativas. Era un sueño bonito, idealizado que ignora la realidad que aconte. Cuando mi pequeña pelusa color esperanza vino lo hizo por sorpresa.
Para mi fue una alegría pero el resto del mundo no viviría  mi experiencia, tan intrínseca, compleja y tambaleante como la de un embarazo y la espera de un nuevo ser a tu vida.
¿Quién me dijo todo lo que podía sucederme? ¿Quién me contó que era un acontecimiento que pone a prueba a cualquier ser viviente que tenga corazón? Pero no hablo de pruebas hipotéticamente previsibles. Y es que nunca te imaginas en la que te has metido y en todo el tinglado que hay alrededor de la maternidad.
Cuando pares te asaltan millones de dudas y te comportas como un inútil cogiendo un jarrón de cristal con la intención de que no caiga al suelo pero de llenarlo de flores y agua. La sociedad te vende artículos, la gente consejos a puñados y tu familia que te vendió la papeleta de la cara buena de la maternidad ahora te dice que tienes una responsabilidad y que habertelo pensado antes, (como si quisieras deshacerte de la criatura cuando por lo contrario toda tu vida se centra en ella).
El bebé da pasos agigantados cada día. No entiendes como de la noche a la mañana gateo, balbuceó y empezó de repente a coger una botella de agua y beber solo. Y todo es como un ciclón, que sucede a tu paso a gran velocidad y tu tratas de cogerle de los pelos a alguna de esas cosas que vuelan con el ciclón para no perder el rumbo y claro, como no, agarrando de la mano a esa vidita que depende de tí y esta recibiendo al mundo de tu mano y tu bondad infinita hacia ella, una bondad que tiene limites y que cuando te los encuentras tienes que morderte sutilmente con todas tus fuerzas los dedos de las manos para no romper algo.
Llega un momento en el que no te encuentras ni a tí misma. Estás siempre llena de lamparones, te escondes por la noche sin hacer ruido a ducharte rápido y corriendo para sentarte un momento y divagar (que con poco te tienes que apañar porque hasta que no te acuestas estás pensando en tu hija). Tu ropa ya  no es tu ropa, el espejo ni te mira, tienes ojeras y la espalda reventada, has empezado a adoptar una filosofía zen que te permite oir pero no escuchar. (Todos opinan sobre como lo haces, donde te equivocas y la mejor comida que puedes darle a un bebé o lo peor de todo, las teorías contrapuestas de crianza con apego o conductual (o alemana que es lo mismo). Tarde o temprano explotas y sueltas algún comentario  inoportuno referido a un consejo insignificante y el que lo recibe se queda atónito.
¿Qué te está pasando? ¿Porque estas irritada, tienes comportamientos infantiles, cansancio crónico y te duele siempre la espalda o los brazos si tu hija ha salido mimoseta o tu le has inculcado la susodicha crianza con apego (o lo que es igual, le das todo el cariño del mundo y la seguridad de que en tus brazos todo irá bien o eso crees...)?
¿Porque ya no sonries con todo y cuando ves un dibujo animado te partes el culo?
¿Porque deseas a hombres desaforadamente y disfrutas como nunca pero al mismo tiempo puedes estar perfectamente sin ninguno?
¿Porque cuando no estás con ella sientes como que te falta algo del cuerpo, una extremidad o un ojo o tu propio corazón y sientes ese hueco dentro de tí inexorable?
 Sin embargo cuando estás haciendo algo que te gustaba sin su compañia hay momentos que ni te encuentras pero en otros las pequeñas cosas de la vida te aportan sorpresas muy gratificantes.
Con la maternidad te planteas eternos dilemas y al final los resuelves pensando -mira, voy a hacerlo como me salga de las narices a cada rato y trataré de mantenerme firme en las cosas que yo considere.Pero es inútil, cada día te encuentras con un reto nuevo y una respuesta nueva de tu hija y una situación distinta de la de ayer.

Entonces descubres la sombra de la maternidad, estaba allí siempre, desde que nació tu hija, pero no habías sido consciente de ello hasta hace poco. Te das cuenta de repente, te llega como una aparición. Y es cuando descubres que has empatizado tanto con tu hija que has vuelto a ser una niña de nuevo pero al mismo tiempo sientes que estás aprendiendo a pasos agigantados y que la vida ya jamás será una broma, maduras varios siglos de golpe y al mismo tiempo tienes tantas dudas como tu hija o muchas más. Por que al fin y al cabo ella esta aprendiendo a vivir y tu ves como un drama que le duela un diente y no saber como aliviar su llanto, sus cacas son extrañas y te parece gravísimo, no come patata y te extraña que algo tan sencillo no le guste, te tira toda la comida al suelo o se la come de una sentada, chapurrea mil canciones o se calla ante cualquier cosa y se queda absorta mirando no sé que y señalando al cielo o la pared... Tu estás ahí que es lo importante y haces lo mejor que puedes pero olvidas que un niño es feliz con una amapola y tampoco hay que darle mas vueltas.
Por eso descubres que la única idiota que busca su sombra y a veces la repele eres tu.Tiene un color difuso. Se mezclan imagenes de tu infancia, de tu adolescencia y de tu juventud y retrocedes y te planteas que hizo tu madre, que hizo la madre de tu madre y que hizo la gran madre de las madres astrolopitecus para que su hija o hijo sobrevivieran con dignidad. Y en ese abismo de tiempos y luces te das cuenta que las raíces importan mas que nunca pero las mujeres ya no somos las que eramos ni la sociedad nos deja.
Coinciliamos trabajo con familia, algunas conciliamos el hecho de ser solteras así que tenemos doble carga existencial. Y nuestro entorno nos puede ayudar pero no es nuestro cómplice, no siente los susurros de tu hija cuando siente o necesita algo. No la miran a los ojos y presienten y huelen....
Yo no tengo que bajar a la selva con mi hija enganchada como un mono a mi espalda mientras recogo frutos secos pero si que le hago la comida enganchada a mí y casi cualquier tarea. Yo no busco en la manada un macho que nos protega porque ya estoy yo para protegerla a ella aunque mi sombra me confunde a veces y me dice que alguien debería haber ahí, que yo también necesito que me protegan y me mimen. Pero en esta sociedad que vivimos una madre soltera se conforma con bien poco y un macho a veces solo sirve para lo que sirve. Ahora comprendo que el compañero que ha de lidiar con una mujer en su familia ha de ser un amigo y con eso basta y sobra. Pero sigo viendo a mis padres y tengo una mala imagen que no concuerda con mi realidad, la imagen de dos viejitos que moriran juntos y han luchado toda la vida juntos.
Esa es una de mis tantas sombras pero la que mas me corrompe es el hecho de sentirme arrastrada a llevar ciertas costumbres sociales solo por el hecho de ser mamá. Médicos, grandes supermercados, parques, colegios..Ojalá mi hija hubiera nacido en el bosque aunque de ser así no hubiera nacido... Así que otra vez la sombra acechando....
¿Cómo fui yo de bebé? ¿Qué sufrí? ¿Qué celebré? ¿Qué me hizo sonreir?
Y al final solo tienes que mirarla a ella y dejarte llevar, vivir, disfrutar, aprender y ser su guía hasta que ella pueda pisar fuerte.
Pero me he encontrado con alguien que me ha hecho enfrentarme a muchos miedos, a muchas limitaciones, a muchas grandezas porqué no. Me estoy enfrentando a mí misma. Y mirarme al espejo y ver lo ciega y tonta que he sido a veces no me reconforta. Pero no puedo negar que he vivido hasta ahora intensamente y que si me equivoque fue por exceso de inocencia y por exceso de atrevimiento y por exceso de valentia, y por ponerle demasiado sentimiento y por... por tantas cosas que ahora quizá no me importen del mismo modo pero debo de reafirmarlas sin caer simplemente en el exceso. No voy a dejar de vivir intensamente ni de darlo todo a los que quiero pero ahora hay una contraseña que solo la saben los piratas barbudos de las costas azules. Mi hija se la ha aprendido de memoria y la canta cuando estoy melancólica o simplemente ida.
Tengo que lidiar la maternidad con mil espinas en mi espalda y a veces es como una losa, otras como un reto y que coño... si salgo viva de esto seré una leona invencible y mi niña una ninfa inigualable.
Me hizo daño el hospital, me hizo daño mi ex pareja, me hizo daño mi familia, me hizo daño la indiferencia de la gente y me hizo daño quedarme sola con tanta sombra y tanta losa. Fue como si milllones de duelos y pensamientos del pasado se arremolinaran alrededor de mí y mi cabeza no podía concebir la realidad, no podía despertar de ese letargo, de ese knockout.
¿Y ahora quién soy?
Ahora está ahí la flor de mi secreto, en mi interior... y solo los piratas barbudos de costas azules como le cuento a mi hija saben la contraseña para abrir el tesoro. Mientras tanto está bien guardado entre los ojos de mi  hija y los mios.
Si me permiten  voy a seguir con mi vida privada que solo ella y yo conocemos, es un universo precioso que es bonito experimentar pero muy muy arriesgado.
Cuando el laberinto de sombras me lo permita abriré la puerta de par en par.
En el bosque ningúna hada puede ser raptada a menos que les corten las alas y las de mi hija y las mias son invisibles...

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