viernes, 17 de julio de 2015

EL AMOR...EL AMOR...

Dicen que hay amores que matan pero yo estoy convencida de que lo que te derrumba no es el amor. El amor te hace mas fuerte, mas sereno, mas vivo. Y esos amores tóxicos que creemos que tienen el título de amores no lo son, ni lo serán ni lo fueron. Hay amores incondicionales, como el de una madre a sus hijos o como la sangre que se sella entre amigos o hermanos que perdura toda la vida, como esas personas hogar que te huelen a esperanza y primavera. Y es que la sociedad está confundida o yo por estar con ella. El amor no enfría, ni envenena, ni es orgulloso, ni acosa, ni destruye. El amor, el verdadero amor, el mas puro de los amores se engendra en el mismo corazón y es completamente compartido, no es un amor sacrificado ni una obsesión de años, ni una conquista fracasada. Desde que parí a mi hija hasta ahora lo veo todo más claro. Yo que quise con el alma no me había dado cuenta de que eso no era amor, que estaba queriendo un cuadro de Picasso abstracto e incomprendido. Que a mi no me querían, es cierto, lo sé, mi tiempo me ha costado entenderlo. Y ahora ya me ves amiga del viento, hago cánticos al amor más no es de esos que destruyen. Estaba tan confundida que pensaba que una miga de pan era amor, pensaba que un abrazo a deshora era amor, que un zumo de naranja era amor. Y con el paso de los meses he ido comprendiendo que en mi casa no había amor. Pensé que era un amor de niño incomprendido pero hasta los niños aman de forma pura. Ahora se que no había amor porque tengo aún la flor de mi secreto dentro y él nunca lo supo. Muchos quisieron amaestrarme sin saber que yo era caballo salvaje raro y aunque hice el comentario y mis poros relinchaban quisieron seguir haciéndolo.
Una se equivoca y tiene toda una vida para equivocarse y que diástoles, aun sigue ahí la flor de mi secreto. Solo ella lo sabe, la que me metió en este laberinto de espejos y se lo agradezco. Con ella he aprendido más que en 35 años.
La gente está muy equivocada o soy yo la que no juega a eso. Pero el amor ahora es sucio, insulso, desconocido, aburrido, huele a sosa cáustica.
Sin embargo siempre encuentras perlas negras y cuando lo haces tienes unas ganas inmensas de abrazar. El destino me ha puesto a varias de ellas frente a mí últimamente y ha sido un placer poderlas escuchar. Hemos cantado al alba y hemos reído sobre pedos o sobre humor negro. A veces no hace falta hacer el amor con las bragas bajadas y otras te las bajas y no sirve para gran cosa.
He llegado a esa fase de la vida donde ya no necesitas a nadie y todo se te da por añadido, en esa fase donde te llenas de tí y lo que te rodea te llena de todo y de tí y donde tu no eres nada y lo eres todo. Esto en ese punto donde ya no hay vacíos dentro sino fuera. He llegado a esa estación donde yo  era el revisor y tenía que bajar a pasajeros y subir a los más simpáticos y puros de corazón. No hay tantos. Tampoco vamos a mentirnos. Pero hay más de lo que la gente se cree o la gente se cree que hay pocos y ponen su corazón coraza al servicio de las relaciones humanas.
Y yo estoy aquí, sí, en esa fase, donde ya no lastiman palabras y donde me preocupan mas los juegos de niños y las canciones de cuna, donde nadar por primera vez es divertido pero arriesgado, donde comer trozos grandes de comida es un triunfo, donde bailar es una alegría, donde ya se identificar mejor a las perlas negras y donde las perlas negras me huelen e intuyen que guardo la flor de mi secreto.
Es divertido ver pasar a pasajeros. Algunos se marchan con la cabeza baja, otros convencidos de que lo hicieron lo mejor posible y por último los más difíciles de despedir porque se aferran al bagón con fuerzas. Éstos son los más agresivos y es complicado decirles que se vayan y te suelten las trenzas si no es a la fuerza.
Sí, amigos. Estoy en ese punto donde no me importa lo que haga nadie y me preocupo más por mis pasos y por mejorar cada día. He dejado atrás las malas emociones y me he subido de nuevo a mi caballo salvaje raro. Lo había perdido por el camino pero ya lo he encontrado.
Cuando la gente se plantea quienes son los locos yo les miro atónita. Realmente no necesito hablar para expresar una emoción pero si que necesito sentirme viva y eso señores son los locos, los que no viven. Algunos dan lástima pero hay tantos que lo buscan desesperadamente, que viven absorbidos por la venganza, el odio, la ira, la rabia y tantas emociones que no controlan que la final se desbocan y acaban mal parados en alguna esquina, solos, sin vida.
La vida es una incógnita que no hay que descifrar sino vivir, hay que bailar con ella, cantar en voz alta y sin miedo, arrodillarse para coger fuerzas, agachar la cabeza para ser humildes, pensar que no sabemos nada pero que nos da igual y guardar los conocimientos para los ratitos en los que nuestra mente cavila y ha de hacer una hazaña importante. Pero , ¿descifrar? ¿Para qué?
Cada uno hace sus propias cabalas del universo y ninguna se asemeja a otra. El mundo esta lleno de científicos o pseudocientíficos que quieren saber. Pero, ¿saber el qué?
Es como si cada uno pasara un río distinto al otro y nadie sabe las piedras que encontró, los animales que pasaron por su lado o la complejidad del agua que los llevo hasta el lago.
Cada uno se equivoca a su manera, nace y muere a su manera y no hay forma de especificar lo que vió o lo que sintió pues es tan efímero y misterioso el sendero que convertimos en insondable lo mas sencillo, lo mas pequeño.
Por eso me he dejado de historias de dragones y princesas. Yo ya he vivido en las mazmorras, que tragué el cuento como una idiota. Ahora me dejo llevar y sonrío con mis perlas negras.
Hay momentos en la vida que tienes que tomar decisiones importantes y yo he decidido bajarme del tren y adentrarme en la selva. He oído que algunos monos son más sociables que muchos de los seres humanos que existen en la faz de la tierra y que las mariposas salvajes susurran cosas al oído.
Mi pequeña pelusa color esperanza lo hace, es como una mariposa que me susurra el camino y me cuenta secretos sobre los humanos que solo ella sabe descifrar. Entonces me agacho para oirla mejor y me entran unas ganas horribles de pasar del camino y besarla. Cuando hago eso ella mira alrededor despistada, creo que no quiere que nadie rompa ese silencio amoroso pero yo, que he recorrido más ríos le enseño a no tener miedo. Y paradójicamente mi  miedo es que ella se pierda en manos de perlas vacías. Pero he asumido que ella tiene que elegir su vagón, su camino y a sus propias perlas negras. Así ha de ser y así será.
En definitiva, el amor da mucho para hablar pero no tiene sentido en palabras, solo en actos y la vida es muy corta y los segundos pasan rápidos. Pero no hay que tener prisa porque para amar se va uno lento hacia el arrollo, para volar hay que pasar mas de un valle y para hacer feliz a una persona primero hay que hacerse feliz a uno mismo. Y con esto y un bizcocho me voy a hacerle feliz a la vida que ella me lo agradece tanto que a veces tengo ganas de contarle mi secreto...













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