miércoles, 8 de enero de 2014

CONFESIONES DE UNA MADRE PRIMERIZA POSTMODERNA

A veces creo que he encontrado el momento de pararme a escribir, pero son imaginaciones de mi mente, me juega malas pasadas...

Tengo una herida de guerra. Es una raja debajo del vientre. También tengo horas de sueño que voy acumulando entre toma y toma y un sin fin de preguntas extrañas acerca de quién seré a partir de ahora o como será ella. Siento como si hubiera subido el Everest. 9 meses subiendo piedras, escalando monte, apartando defectos y monstruos por el camino, enfrentándome a mis miedos de si lo haré bien, de si caeré enferma, de si esto y aquello por absurdo que suene. También he tenido momentos de luz. Ver su rostro, tocar su piel, ver como come. Pero eso lo hago ahora. Durante esos 9 meses he vivido una noria rusa. A veces sonriente por anuncios de potitos, otras depresiva porque me sentía sola ante algo inmenso que me resultaba amenazados.

Caerme al abismo, romper esquemas, verbalizar  miedos, disfrutar simplemente de hacer Yoga o hablar con otras personas que pasaban por mi experiencia. A veces miraba un pajarito y me maravillaba de lo que veía sin olvidar que me planteaba al mismo tiempo que ella vería cosas maravillosas y vivirías cosas magníficas en este mundo que es la gran Madre Tierra.

Y por fin los promodoros, contracciones de Braxton Hits, horas y horas de sueño perdidas, citas olvidadas, canciones volcánicas en mi vientre, movimientos en mi útero continuos donde Arí renunciaba a su sueño para decir que estaba aquí y vaya si lo decía con sus patadas. Angustias indecibles, comentarios absurdos de que hacer o que decir por parte de todo el mundo. Mi panza inmensa que inspiraba comentarios como "tienes una sandía", "todavía no has parido" o "eso va a estallar.


Si amigos, una auténtica montaña de Everest con su colofón final, mi raja de guerra en la barriga, mis horas de estrés por no poderle dar el pecho, los deliciosos comentarios de todo dios diciéndote que debes hacer y cómo hacerlo exactamente. Yo recuerdo la anécdota de muchos de los últimos comentarios en el último mes que me producían cera en los oídos.....por no oírlos. Pero eso son cosas del cuento que deben existir y ser contadas con plena normalidad pero con un cartel de advertencia a otras mamás de "!!!hacer lo que os salga de la chirla!!!".

¿Ha merecido la pena? Obviamente sí y todas de lo dirán después de un parto cuando tu hija o hijo te mira  a los ojos y te sonríe por primera vez, te dice que te ama y te necesita y se duerme con tus canciones de cuna inventadas y tus "pobre mi niña, que tiene coliquito, vete ya coliquito, fuera ya" y ella se calma (aunque no sea por tus palabras o con ellas, que más da). Lo importante es que ella está bien y tu pasas de ser un planeta a convertirte en un satélite y tu vida empieza a girar alrededor de ella sin más.
Es aquí donde yo respiro hondo y me hago esas preguntas extrañas. ¿Tendré tiempo para mí?¿Lo estoy haciendo bien? ¿Estoy cumpliendo mis propias expectativas? Y da igual lo que te preguntes porque todos, absolutamente todos los esquemas te cambiarán y se caerán como torre de Babel en tus narices.
LLega un momento incluso que te pones borde contigo  misma y exigente o intransigente que es peor.
Entonces miras hacia tu interior y te preguntas donde estás tu en esta película, donde está tu pareja y donde ha quedado la relación que tenías absolutamente con todo el mundo. Ya no eres la misma. Has subido el Everest. ¿Quién en su sano juicio subiendo un Everest sigue siendo el mismo?

Deberían dar medallas de honor y valentía a las madres y no a los soldados de guerra o a los presidentes...
Ellos empuñan una pistola y tu coges la espada del coraje y el amor y te cargas de buenos sentimientos, derrumbas tus propios demonios sin molestar a nadie (a veces) y te comes batallas campales donde ni dios te reconoce y todo el mundo cuestiona tus cambios de humor, si le pones el chupete al revés o si te has pasado cinco minutos una toma o no le pones la cremita marca puturrú en el culo para que no le escueza al bebé. Te venden marcas por todos los lados, consejos gratuitos y te haces adicta a ver programas chorra porque ya no te puedes concentrar ni en leer, ni en ti misma ni un solo momento y para ver noticias que te dicen lo mal que va el planeta donde has traído un nuevo prefieres ver un panorama que aunque engañoso y fabricado te saca una sonrisa o te hace olvidar los peligros y las visicitudes que acechan en el exterior.
El mundo esta jodido pero no puedo decir lo que comentaba con 18 años, que este mundo es una mierda y no merece la pena vivir en él o traer niños para que vean esta hecatombe.
No. Mi perspectiva de la vida cambió hace años. Ahora se que la madre tierra a pesar de escupirla sigue amándonos, también presiento los sentimientos de paz y armonía de los animales que aunque algunos sean agresivos siguen instintos naturales de hambre y sueño. También presiento las huellas de los árboles y las flores. No andan pero dejan un rastro en la tierra con su ciclo vital incapaz de igualar. También creo en la gente. Hay personas que como dice Albert Espinosa son perlas. Te regalan ratitos de su vida, sonrisas gratis y limpias y canciones de madreselva. Siempre pensé que había gente buena en el mundo pero oye...me he dado cuenta que somos muchos y me incluyo porque me da la gana y no voy a dar explicaciones. También hay brujitas buenas, y madre buenas, y personas que aunque han sufrido el daño de muchos por ser hipersensibles como yo también siguen siendo buenas. Qué sí!! Que la vida tiene un lado positivo acojonante y de eso te das cuenta si abres bien los ojos, agudizas los oidos y el olfato y abres tu corazón.


Llevo meses haciéndome preguntas extrañas, como quién seré yo después de parir, o como será ella de mayor o que es eso del pañal  mas absorvente o el club de la leche. Tanto me conciencié de que tenía que ser una madre que funcionara en pos de una filosofía  naturalista que al no poder darle leche mis tetas se sintieron frustradas durante días, que digo semanas.

Y es que es eso, llevo una cicatriz de guerra que me recuerda todos los días que todo lo que he luchado por mi misma en mi vida ha sido poco, como una especie de aperitivo, como una cruz ligera que está aprendiendo a cargar para soportar una mas grande. Y bueno, claro que lo hago por placer. ¿Cómo podría preguntarme ni tan si quiera quién soy yo sin ese bebe, sin esa niña llamada Ariadne que me ha robado el alma?
La situación me ha exphirado. No me siento mia, ni me siento entera, tal vez porque ya  no soy la misma y porque en esa cruz sabor canela se ha abierto una brecha inmensa que me lleva a vivir una vida plena, nueva e inspiradora, una vida que jamás imaginé y un revulsivo que hace que todos mis sentidos se abran y me obliga a ser una niña, viviendo todo por primera vez, saboreando la vida por primera vez.
Eso es, una madre postmoderna, que se busca a cada paso y se siente llena y vacía a la vez porque gira alrededor de otro planeta mas grande e inmenso que ella misma. La maternidad es la trasmutación de la mujer, una transformación desgarradora de sentimientos y sensaciones, de experiencias, de encontronazos con antiguos y viejos miedos y de la exploración de unos cuantos nuevos. Una preocupación continua que desafía al padre y la madre a luchar en un sin fin de batallas que se entrelazan y atropellan nuestra sensibilidad.
Podría decir que me he encontrado pero yo, como la pequeña Ari, hemos nacido por primera vez. Ella nova y yo como Ave Fénix. La cicatriz a veces llora, mis pechos a veces se estremecen, me duelen un poco los huesos de la artritis y tomo medicación para poder dormir sin darle las tomas de la noche y con la consecuencia de encontrarme con esa sensación de querer estar en todo que tienen las madres.
Pero, ¿sabéis qué? La vida hay que vivirla y hay experiencias que te hacen renacer. Yo creo que esta vez no he vuelto de los abismos sino que he entrado como una niña inocente y ávida de experiencias en el laberinto de Ariadne.
No sé que me deparará esta experiencia pero cada vez que miro la carita de la pequeña pelusa color esperanza sonrie mi alma, tanto que me pregunto porque  no lo había hecho antes del mismo modo y que he hecho yo para merecer tal regalo tan inmenso.
Amparo tenía razón en una de sus canciones, somos viento y siento que yo soy el arco y ella la flecha y nuestro destino es el movimiento y la expansión de la vida en todas sus dimensiones.
No sé lo que sienten el resto de madres pero yo siento en mi interior un amor profundo que necesita ser expuesto a todas horas. Es como si una oleada de sensaciones internas me llamara a dar simplemente lo mejor de lo mejor que hay en mi y luego la ola baja...y veo que no soy perfecta o que tengo momentos de duda o tristeza o sinrazón y entonces la miro, otra vez la miro, una y otra vez.

Ahora ya no hay un vaivén continuo de oxitocina y dopamina en mi mente como lo había durante el embarazo. Ahora hay un mundo por explorar que se me antoja difícil e intrigante pero conmovedor y satisfactorio. Somos ella y yo ante el peligro y todo lo que nos rodea nos hace reír o llorar, como dos niñas bipolares jugando a ser personas.
Ahora solo sé que si ella es feliz, si está alimentada, si sonríe y se siente agusto o duerme placidamente yo soy feliz. Lo demás no me importa y si me importa en algún momento lo razono y pienso que montañas mas grandes he tenido que subir.
El Everest ya lo subí y ahora me espera algo mas potente que es bajarlo y subirlo una y mil veces más junto a la pequeña y su padre. No sé si el destino nos mantendrá juntos como pareja pero sé que si el sonríe junto a ella bajo un peldaño de la montaña y me siento a observar la escena y sonrío, !vaya si lo hago!

Yo solo soy una madre primeriza postmoderna, que no me gustan las marcas ni las ñiñerías absurdas de ahora se hace así o la tecnología lo puede todo. Como bien dice el título de mi blog prefiero volver a las raíces y en las raíces había todo un clan cuidándose. Y eso es lo que quiero, cuidar de los mios, afianzar alianzas, juntar corazones y dar un mundo lleno de ilusión, esperanza y amor a mi pequeña pelusa color canela. Lo demás son cuentos chinos, las tetinas de una marca, que si los dodots mas absorventes, que si la educación de apego o alemana... en fin. Tantas absurdeces que me pregunto como las madres postmodernas que siguen ciertas pautas no se vuelven locas.
Yo solo sigo los pasos de las huellas de nuestros ancestros que respetaban a la madre naturaleza y el instinto natural de una madre. Lo demás son pamplinas que no me interesan. Y aunque la cicatriz pique donde duele inspira, o eso siempre dicen, ¿no?


Bienvenida a este mundo de cuerdos donde los locos estamos mal vistos pero estamos mas inspirados pequeña Ariadne. Te amo de una forma que no podría jamás explicar. ¿O sí? Déjame pues que simplemente te mire a los ojos y te arrope con mi cariño. Eso es lo que siempre quise y lo que siempre haré.
!!!Que seas bendecida por todas las plantas y animales!!!

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