miércoles, 5 de noviembre de 2008

Aquí dejo el enlace de un foro sobre la ANARKIA.
No es ke sea una joya de pe a pa pero alguna ke otra cosita interesante
respecto a este concepto os puede interesar.
Para ser libre pensadores no debemos masticar y vomitar cualkier info.
Sesgar e interiorizar segun nuestras propias personalidades sería la
clave. Hay mas pero ke cada uno encuentre la suya propia.

http://www.anarkia.cl/foro/viewforum.php?f=29




TEORIAS ANARKISTAS DE LA EDUCACIÓN.
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No se puede hablar de una sola teoría anarquista de la educación. Prácticamente cada pensador anarquista ha tenido un pensamiento específico para la educación, asignándole uno u otro papel en el camino de la revolución. Preferimos hablar del anarquismo como un paradigma (como el profesor brasileño Silvio Gallo lo denomina ) de análisis sociopolítico, con lo que existirían diferentes formas de interpretación de la realidad (teorías) de acuerdo con el momento y con las condiciones históricas. Aquí vamos a tratar de las distintas aplicaciones del paradigma anarquista a la teoría de la educación.
Para ello trataremos en primer lugar de extraer una serie de elementos comunes o principios generales de la pedagogía libertaria, para después pasar a desglosar distintas corrientes o teorías de la educación que se diversifican y contraponen a partir del paradigma anarquista.

2.1. Algunos principios generales de la pedagogía libertaria.

- El antiautoritarismo.

La característica central del paradigma anarquista de la educación va en consonancia con sus planteamientos sociopolíticos globales de rechazo de la autoridad (estatal, económica, religiosa, etc.). El autoritarismo también se sitúa normalmente en las instituciones y acciones educativas, con la idea de que los educandos los reproduzcan y lo perpetúen en sus vidas, impidiendo de este modo el sistema capitalista la emancipación de los oprimidos. Educar, pues, en el rechazo de la autoridad, en evitar la sumisión y en desarrollar un aprendizaje de la autonomía y de la libertad, se hace fundamental en la construcción de la futura sociedad libertaria.
Conviene aclarar aquí que el anarquismo se suele oponer a la autoridad de tipo “negativo”, es decir, a aquella emanada de las relaciones arbitrarias de poder y a aquella que se hace obedecer para conseguir sumisión. Existe otro tipo de autoridad, digamos de tipo moral, que se basa en el reconocimiento de la sabiduría de determinadas personas, que despiertan admiración (no sumisión) y que se entiende como un tipo de autoridad “positiva” que se acepta porque ayudan al crecimiento autónomo del educando.
Una educación antiautoritaria pone al niño o al educando en el centro de la relación educativa, es decir, tiene un carácter paidocéntrico. La educación no debe pensarse más desde la autoridad del maestro, sino desde los intereses y la libertad del alumno. Esta idea no es, desde luego, monopolio del anarquismo, sino que nace con Rousseau y se desarrolla con las corrientes pedagógicas de la Escuela Nueva, pero son las teorías y experiencias educativas libertarias las que la han desarrollado más coherentemente y hasta sus últimas consecuencias. El objetivo final del antiautoritarismo pedagógico es conseguir que los educandos “sean dueños de su propia vida y que no se dejen oprimir ni explotar”, poniendo en práctica el libre pensamiento y la autonomía moral.
La manera de construcción de la libertad del educando ha tenido diferentes interpretaciones entre las teorías libertarias de la educación, desde aquellas que apuestan por el respeto absoluto, en el que el maestro no debe imponer nada al alumno, hasta aquellas que entienden la construcción de la libertad y de la autonomía como un proceso paulatino y activo, que debe ir desde de menos a más. Pero, estas diferencias, que desarrollaremos más adelante, tienen como rasgo común el entender que la libertad se construye mediante la libertad; sólo mediante una educación que enseña al educando a ser libre se pueden conseguir personas libres.

- La educación integral.

La idea de educación integral nace de la idea ilustrada (materializada en la Revolución francesa) de la igualdad de oportunidades que cada ser humano tiene respecto a los demás, y del derecho a desarrollar de la forma más completa todas sus facultades físicas e intelectuales. El iluminismo entiende al ser humano como un ser total, resultado de una multiplicidad de facetas que se articulan en armonía: la intelectual, la física, la moral, etc.
Las sociedades desiguales, bien sean feudales o de clases, se basan sobre la separación del trabajo intelectual del trabajo manual, y esta división se acentúa extraordinariamente en la sociedad capitalista resultado de la Revolución Industrial, que afecta al trabajador negativamente mediante un proceso de alienación. El socialismo va a cuestionar este proceso de división y propone su superación mediante una sociedad donde el trabajo integre la actividad física e intelectual, y no se valore más el intelecto. En el contexto del siglo XIX los primeros socialistas no autoritarios, fundamentalmente Proudhon y Bakunin proponer la idea anarquista de educación integral como camino para la superación de esta alienación.
La educación integral consiste en educar a la persona sin separar el trabajo manual del trabajo intelectual, así como educar para la vida social. Proudhon insistió en concebir al ser humano como una representación de las relaciones sociales, y por tanto, ese era el cometido fundamental de la educación integral. Para este autor y para la filosofía anarquista en general la sociedad no es el resultado de un contrato que reduce la libertad de los individuos con su consentimiento, sino de un proceso de producción colectiva de cultura y humanización. En ese sentido, Proudhon propone el trabajo artesanal y politécnico como modelo para la educación integral, pues éste abarca la totalidad del proceso de trabajo. Defiende el valor pedagógico del trabajo y critica el exceso de especialización que empobrece el desarrollo personal.
Bakunin, no obstante, actualiza la propuesta teórica anarquista de educación integral mediante la dialéctica, puesto que entendió que el sistema artesanal estaba superado tras la revolución industrial, y propone superar la educación capitalista hacia una educación emancipadora fundamentada sobre el desarrollo científico de la razón. Al mismo tiempo que reconoce para la escuela un papel importante en el proceso revolucionario, Bakunin señala que la escuela no hace por sí sola la revolución, que son necesarios trabajos revolucionarios de base que cambien las estructuras sociales.

- La autogestión pedagógica.

Derivada del principio político de autogestión, el anarquismo propone una práctica educativa autogestionada, en la que el control de la educación sea responsabilidad de los individuos de una escuela o grupo educativo. La autogestión pedagógica supone varios aspectos: la capacidad de construir espacios educativos (escuelas, ateneos, etc.) por parte de los centros anarquistas con medios propios; la autoorganización de los estudios por parte del grupo, que incluye tanto a alumnos como al profesorado; y la autogestión de los aprendizajes mediante el esfuerzo de los educandos, a través del autodidactismo y de técnicas de investigación y trabajo grupal. Los espacios educativos libertarios deben ser autónomos e independientes, no depender de las subvenciones ni del control del Estado, y con un profesorado propio.
En el plan de estudios de una escuela anarquista no debe influir los requerimientos del Estado y la Iglesia, el curriculum se define por el grupo mismo que forma la escuela, que decide qué conocimientos son útiles y valiosos para motivar el crecimiento en libertad de las personas.
La autogestión educativa no es un principio que pertenezca exclusivamente a las teorías anarquistas de la educación, puesto que otras tendencias la han asumido total o parcialmente: la pedagogía de Freinet, los métodos del soviético Makarenko, los planteamientos de Neill en Summerhill, la pedagogía institucional, etc.

2.2 Las teorías anarquistas de la educación de carácter no directivo.

Aunque todas las teorías libertarias de la educación tienen en común el rechazo al autoritarismo como principio pedagógico, el posicionamiento en la línea del antiautoritarismo se da en algunas en el polo del más escrupuloso respeto a la autonomía y libertad del individuo, mientras que otras insisten en la legitimidad de moldeamiento del educando por la comunidad. Así, siguiendo a Silvio Gallo , existen dos tendencias en la pedagogía libertaria: una tendencia no directiva y una tendencia sociopolítica o mainstream.
Las teorías no directivas parten del individuo como eje de toda acción educativa, y se basa en muchos de los principios pedagógicos que Rousseau desarrolla en el Emilio, aunque con críticas a su posición liberal. Tienen una posición que podríamos definir como individualista (aunque no en el sentido peyorativo de la palabra), frente a la posición más comunitaria que tienen las teorías sociopolíticas. Entienden que la libertad del educando debe ser absoluta, y la misión del educador debe ser la de evitar toda influencia coactiva en el desarrollo natural del individuo, puesto que se entiende que éste es bueno por naturaleza (o al menos que no es malo), y son las influencias represoras de la sociedad adulta las que lo corrompen. Comparten con Rousseau la idea de que un individuo es incapaz de razonar moralmente hasta su adolescencia, y que por tanto es necesario aislarlo de la enseñanza de todo tipo de dogma, para evitar la manipulación del niño.
Las teorías no directivas toman la autogestión como un medio, como una metodología de enseñanza, es decir se educa por la libertad, entendiéndola como una característica natural del educando. Estas tendencias tienen muchos rasgos en común con las pedagogías no directivas que no son libertarias, como la de Carl Rogers, de planteamientos liberales, u otras de corte psicoanalítico (como la practicada en Summerhill), aunque las teorías anarquistas no directivas sí tienen, por lo general, una perspectiva de clase social.
Son varias las teorías de esta tendencia, que van desde los planteamientos anarquistas individualistas de Stirner hasta la corriente de escuela neutral y las ideas educativas de Tolstoi.

- La teoría anarquista individualista de Max Stirner.

La teoría del alemán Max Stirner es la postura más radical dentro de las teorías no directivas en el seno de la pedagogía libertaria, puesto que sitúa al individuo en un plano absoluto y critica, por tanto, cualquier influencia de la sociedad, que él considera ilegítima. Entendía que el individuo debía anteponer siempre sus propias necesidades y deseos a sus conocimientos y creencias, que el individuo debía poseer el pensamiento (y desembarazarse de él cuando lo creyese necesario) y no al revés. Así, en acuerdo con Rousseau, el método de educación debería permitir la elección particular de las creencias. Incluso se oponía a la educación, pues ésta se convertía “en una rueda dentro de la cabeza”. El principal problema de la sociedad moderna es que está repleta de gente educada y no de gente libre. La escuela es el lugar de aprendizaje de la sumisión, una primera institución que prepara para la iglesia, el estado, el partido, etc. El fin último de la enseñanza es el de la negación de uno mismo, la interiorización de la figura represiva del maestro: “En verdad, ser maestros de escuela es una cosa que llevamos en la sangre; llevamos dentro el maestro de escuela o, en otras palabras, el policía y el gendarme” .
Stirner no desarrolló con detalles el modo de conseguir una educación libre de dogmas, pero sí señaló la necesidad de liberar al individuo de sus dogmas (deseducar, diríamos hoy) para acabar sustituyendo el Estado por un sindicato de egoístas compuesto por personas libres que no se sacrificaran ante una abstracción despegada de sus necesidades concretas. Otorgaba a la escuela un papel no de instruir y civilizar, sino de favorecer la creatividad para formar espíritus libres.


- El neutralismo pedagógico.

Esta corriente que se dio en el seno del anarquismo español de principios de siglo tuvo gran fuerza en su época. Plantea que la educación debe ser neutral en cuanto a valores y a contenidos, huyendo de toda transmisión ideológica, aunque fuese anarquista, puesto que entienden que el /la alumno/a, educado en libertad, elegirá por sí mismo el mejor camino para su liberación.
El principal difusor del neutralismo pedagógico era Ricardo Mella Cea (1861-1925). Mella sobresale como uno de los teóricos más importantes del anarquismo español. En el ideario de Mella tiene un papel fundamental la defensa del individuo, no en un sentido egoísta y burgués, sino en un sentido libertario, puesto que el Estado anula las características diversas de las personas e impide que los seres humanos puedan ser dueños de su propia vida. Para Mella el fin no justifica nunca los medios, y por tanto, “la libertad se educa con la libertad, la solidaridad con la solidaridad y la igualdad con la igualdad” . Por eso es necesario proponer un método pedagógico que sea consecuente hasta el fin con la libertad.
Así, Mella y el asturiano Eleuterio Quintanilla (1886-1966) propusieron esta idea en el congreso de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de 1919, confrontándose al modelo de Ferrer Guardia, que tenía una orientación más social, que ellos consideraban más dogmática. El modelo de la Escuela Neutral, que fue desarrollado teóricamente por Mella , fundamentalmente en su obra Cuestiones de enseñanza , apuesta por una escuela que sólo enseñe las verdades indiscutibles, probadas por la ciencia experimental, y que muestre las distintas teorías explicativas, pero que no enseñe ninguna como verdadera, para evitar el dogmatismo. Se trata de dejar al niño en absoluta libertad para que él escoja, limitándose a mostrarle las diferentes opciones sociales y políticas. Así, la enseñanza no debe tener ningún calificativo, “la escuela no debe, no puede ser ni republicana, ni masónica, ni socialista, ni anarquista, del mismo modo que no puede ni debe ser religiosa” . La enseñanza, pues, debe ser antidogmática, huyendo de todo tipo de adoctrinamiento, respetando la libertad individual de pensamiento. La crítica de los neutralistas a Ferrer era la de que su modelo de escuela acababa siendo dogmática en cuanto inculcaba ideas que el profesor llamaba racionales o científicas, pero que eran, al fin y al cabo, justificaciones ideológicas para convencer al niño de la idoneidad y cientificidad de las propuestas del anarquismo.

- El pensamiento educativo de Tolstoi.

El autor ruso León Tolstoi (1828-1910) esbozó en las últimas décadas de su vida un anarquismo cristiano y noviolento que le llevó en el plano pedagógico a aceptar hasta sus últimas consecuencias la libertad de los niños .
En el ideario pedagógico de Tolstoi pesa sobre todo una concepción de la vida optimista en cuanto a la condición humana, idea en la que influye poderosamente Rousseau. León Tolstoi entiende que el ser humano es feliz si está cerca de la naturaleza y lejos de la civilización que obstaculiza y desvía su desarrollo espiritual . Por tanto, muchas de las modernas pedagogías que se ensayaban a finales del siglo XIX le parecen intentos de controlar y anular más aún a la infancia, alejándoles de su evolución natural hacia la libertad. Todo artificio en la enseñanza que se emplee para moderar la naturaleza inquieta y desordenada del alumnado es perjudicial porque contradice las leyes de la naturaleza. La educación en cuanto autoformación espiritual “se degrada allí donde hay imposición de un saber deteriorado y represivo anclado en programas rígidos... donde la espontaneidad del niño es sofocada por la insensata pretensión de conformarle a la fuerza según el modelo corrompido del adulto” .
El maestro debe tener conciencia de que su papel es el de acompañar al alumno, respetando su individualidad, y que el verdadero maestro no se caracteriza por sus títulos y diplomas, sino por que sigue educándose mediante la voluntad de perfeccionarse sin fin. Para el tipo de escuela que Tolstoi propone, es necesario formar a profesores de extracción popular.
Por otro lado, la función de la escuela no debe ser la de educar, sin la de instruir. La educación, para Tolstoi, afecta al plano moral de las creencias y las convicciones (formar el carácter), aspecto que corresponde más bien a la comunidad y a la familia, pero que sobre todo, es construido personalmente por el educando a lo largo de la vida. La escuela estatal se enfrenta a la vida con su intención de adoctrinar, manipular y reglamentarlo todo, y por tanto, la nueva escuela no debe caer en el mismo error, siendo su función la de instruir, es decir, suministrar conocimientos útiles; en vez de la de educar. El ideal tolstoiano de escuela popular y abierta, no coercitiva y respetuosa con la naturaleza humana, será ensayado en su escuela de Yasnaia Poliana.

2.3 Las teorías anarquistas de la educación de carácter sociopolítico.

En el otro polo del paradigma anarquista de la educación nos encontramos con las teorías que defienden que la educación debe tener una fuerte orientación social. Estos planteamientos no entienden la libertad individual al margen o en contraposición a la libertad social, la libertad no es una característica natural, sino social (Bakunin), y por tanto, la libertad se convierte en un fin, no en el medio. “Si la libertad es conquistada y construida socialmente, la educación no puede entonces partir de ella, sino que puede llegar a ella. Metodológicamente, la libertad deja de ser un principio, lo que aparta a esta línea de las pedagogías no directivas” .
En este polo, el carácter político de la educación se acentúa, pues se entiende que no existe ninguna educación neutral, ya que todas se basan en una idea del ser humano y en una concepción de la sociedad, y por tanto, el/la educador/a debe definirse por un modelo de ser humano y de sociedad. La educación anarquista, para estas tendencias, debe educar para el compromiso moral y político de transformación de la sociedad, no debe ni puede renunciar a transmitir ideología (no a dogmatizar), porque de lo contrario la sociedad capitalista inculcará la suya propia sobre los educandos. En este sentido, dentro de este polo encontramos diversos planteamientos, desde los que van a limitarse a proponer un corpus fundamental de enseñanzas científicas y racionales que faculten para una toma de posición en la sociedad (la enseñanza racionalista) hasta aquellos que proponen una pedagogía de la confrontación que eduque a luchadores sociales contra el Estado y el Capital.
En esta tendencia encontramos diversas teorías.

- La teoría de la educación de Bakunin.

El pensador ruso, figura clave en la elaboración de los planteamientos más influyentes en el seno del anarquismo, desarrolló también su propia teoría de la educación. Para entender esta teoría, es preciso conocer el punto de partida materialista de Bakunin, que ataca ferozmente los conceptos teológicos del libre albedrío y la providencia divina, entendiéndolos como responsables de la alienación de la libertad humana. El individuo no es libre por naturaleza, sino que alcanza la libertad combatiendo, mediante su voluntad, y en compañía de otros individuos. La libertad, por tanto, lejos de ser un don divino o una facultad innata (Rousseau) es un acto volitivo, una conquista social.
Bakunin entiende que el papel de la educación para conseguir la revolución es muy importante, porque las grandes transformaciones sociopolíticas sólo se logran y mantienen si están precedidas y sostenidas por un movimiento de ideas compartidas . La instrucción del pueblo, pues, está estrechamente vinculada con su emancipación social y política. Pero la instrucción, para Bakunin, no debe confundirse con el amaestramiento del pueblo: “Nosotros no somos los preceptores, sino los precursores del pueblo. La educación debe consistir en ayuda directa para despertar toda la energía revolucionaria de la que cada uno es capaz ”.
Como método pedagógico Bakunin propone un continuum que va desde la autoridad a la completa libertad. Entiende que los niños deben educarse partiendo del principio de autoridad, puesto que estos no tienen aún desarrollada su inteligencia. La autoridad se entiende aquí como una tutela verdaderamente humana y basada en la razón, no en principios metafísicos, teológicos y jurídicos. Pero la autoridad debe disminuir gradualmente a medida que avanza la educación y se va consiguiendo una creciente libertad. Bakunin afirma que “toda educación racional no es en el fondo más que la inmolación progresiva de la autoridad en beneficio de la libertad” . La única función de esa autoridad es preparar a los niños para la máxima libertad. La visión dialéctica del pensador ruso entiende el desarrollo de la educación como una negación gradual del punto de partida, para superarlo en una nueva síntesis final: la libertad absoluta aboliendo el principio de autoridad. Por eso propone educar una voluntad firme en el niño, que eduque en el autocontrol, en contra de otros métodos pedagógicos tolerantes que se basan en satisfacer continuamente los deseos y caprichos de la infancia.
En cuanto a la educación para personas adultas, Bakunin ve contraproducente utilizar el principio de autoridad, pues es la fuente de la esclavitud. Propone, pues, establecer escuelas para el pueblo, al estilo de academias populares, en las que no se sabrá quiénes son los alumnos o los profesores, puesto que todos podrán aportar su experiencia y sus conocimientos en “una especie de fraternidad intelectual entre la juventud instruida y el pueblo” .

- Los planteamientos educativos de Ferrer i Guardia.

Aunque Ferrer i Guardia es conocido sobre todo por la experiencia de la Escuela Moderna, nos centraremos aquí en su particular teoría de la educación. Las ideas pedagógicas de Ferrer tienen una vital importancia no sólo porque fueron las que fundamentalmente orientaron la labor educativa de la Escuela Moderna, sino sobre todo porque pusieron la columna vertebral de esa corriente educativa llamada enseñanza racionalista que se expandió, a partir de su muerte, por todo el mundo. Y en cuanto a la relevancia de la figura de Ferrer en el marco español, el profesor Pere Solá afirma que “Ferrer aparece como una de las pocas, quizá la única, alternativas teóricas globales dadas en materia de política educativa por la izquierda revolucionaria en este país” .
Las influencias ideológicas que Ferrer recibe son las del anarquismo, el positivismo y el librepensamiento laicista de la nueva modernidad de fines del siglo XIX y principios del XX, en el que pesa decididamente su pertenencia a la masonería. En el plano pedagógico influyen ampliamente las ideas de educación integral que Paul Robin ensayó en Cempuis, y los planteamientos educativos de autores como Rousseau, Tolstoi y Sebastián Faure.
La primera reflexión que hace Ferrer i Guardia acerca de la educación es que ésta es un problema político. Los modelos pedagógicos del momento (enseñanza laica estatal al estilo francés y enseñanza religiosa) no le satisfacen porque obedecen a los intereses del Estado y del clero. La preocupación reciente de los gobiernos por extender la enseñanza a las capas populares se debe realmente a la necesidad de mano de obra cualificada para que las empresas puedan mejorar la producción. Así, la escuela estatal es realmente un medio de dominación burguesa para controlar la mentalidad de la clase obrera, y la escuela confesional un modo de seguir inculcando las supersticiones religiosas para evitar la liberación del pueblo.
De este modo, para evitar esta manipulación política es necesario basar la educación sobre la ciencia positiva, que es lo que él llama enseñanza científica y racional. La ciencia debe estar al servicio de la razón natural (o “necesidades naturales de la vida”) y no de la razón artificial de la burguesía. Por eso el principal cometido de la escuela debe ser el de que el niño conozca el origen de la desigualdad económica, la falsedad de las religiones a la luz de la ciencia, el error del patriotismo y el militarismo y la esclavitud que supone la sumisión a la autoridad. El ideario pedagógico de Ferrer se decanta claramente por el papel de creación de conciencia sociopolítica de la escuela, aunque como sostiene acertadamente B. Delgado en su obra sobre la Escuela Moderna, Ferrer i Guardia hacía “pública confesión de que había que respetar la inteligencia y la libertad del niño declarando que el buen maestro era capaz de prescindir de sus propias ideas de adulto” .
Ferrer se decanta en sus escritos por el naturalismo pedagógico o educación natural , pero la aparente contradicción que señala Delgado con su acusada orientación política (que queda patente en textos escolares y consejos dados a los profesores de la Escuela Moderna) se resuelve teniendo en cuenta la diferencia del naturalismo pedagógico de nuestro autor con el resto por su marcada dimensión social. Se trata, pues, de dejar que la naturaleza opere en el niño, que se desarrolle libremente sin represiones, pero con el objetivo último de que este respeto por la evolución del niño lleve a formar personas que se comprometan con la revolución social.
En el programa de la enseñanza racionalista también juega un papel importante la coeducación de sexos y de clases. Consciente de la tremenda opresión de la mujer en su época y cercano a las demandas del incipiente feminismo en Europa, Ferrer entiende que la educación mixta de chicos y chicas en la escuela alternativa promoverá la igualdad futura. Por otro lado, la coeducación de clases hace referencia al intento de anticipación de la sociedad futura en la que todos los seres humanos serán iguales, puesto que las escuelas privadas que educan a los niños ricos enseñan la conservación del privilegio, y las escuelas para niños pobres enseñan en el odio y la lucha de clases. Así, que nuestro pedagogo recomienda la coeducación de ricos y pobres porque los niños, en la infancia, deben aprender simplemente a ser hombres, para después cuando lo sean se declaren en rebeldía. Se trata de no anticipar amores ni odios, adhesiones ni rebeldías, que son deberes y sentimientos propios de los adultos.
Otro rasgo de esta teoría de la educación es el valor que tiene el individuo, el niño concreto, en la educación. Es decir, para la enseñanza racionalista, al igual que para todo el movimiento de Escuela Nueva de esta época, el paidocentrismo está en boga. La educación de los niños debe servir a la satisfacción de sus necesidades físicas, intelectuales y morales, y no imponerle ideas que sirvan para el mantenimiento del orden social. Por ello, los premios y los castigos pierden sentido en la escuela racionalista, y el juego cobra relevancia en el proceso educativo (y el trabajo manual), juego que por prolongación natural se convertirá más tarde en trabajo no alienado.
Algunos autores han criticado a Ferrer i Guardia que su ideario pedagógico fue incoherente con la práctica real de la Escuela Moderna, fundamentalmente en lo referido al adoctrinamiento ideológico revolucionario que, efectivamente, parecía darse. Pero es importante saber situar esta teoría en un contexto en el que la enseñanza racionalista se convertía en bandera de revolucionarios y anarquistas, y que por tanto, el respeto absoluto a la independencia del niño era un objetivo que no se veía incompatible con la formación de futuros rebeldes.

- La teoría de la desescolarización.

A partir de la década de 1960 surgen con fuerza en el seno de las ciencias de la educación corrientes críticas con la escuela que van a señalar su complicidad con los intereses y valores de la sociedad capitalista, y su función de adiestramiento y reproducción cultural de las relaciones desiguales en la sociedad. Desde planteamientos marxistas, surge la teoría de la reproducción, dentro de la cual algunos autores se posicionan pidiendo la eliminación de la institución escolar.
Desde algunas posturas anarquistas también se ha pedido la muerte de la escuela o desescolarización. En esta línea encontramos autores como Paul Goodman, Everett Reimer, Iván Illich, los daneses Andersen, Hansen y Jansen (autores del Libro rojo de la escuela), Fachinelli, Murat, etc.
Los planteamientos fundamentales de esta teoría los describe el pedagogo Iván Illich en su obra La sociedad desescolarizada . El escritor parte de la crítica de las instituciones por que, bajo la apariencia de cubrir necesidades básicas, están dando el paso real de la asistencia a la dependencia, y por tanto, a la custodia y el control. La escuela acaba separando a las personas de su propia capacidad de aprendizaje para que finalmente dependan de la autoridad de las instituciones y de los expertos, de la tecnocracia. Las instituciones, que fueron creadas para estar al servicio de la humanidad, acaban siendo medios que escapan a su control, poniendo al ser humano a su servicio. Esto es lo que llama Illich la contraproductividad específica de las instituciones, a la que se ha llegado por efecto del modelo industrial de la sociedad actual. Los presupuestos nacionales de enseñanza van creciendo cada vez más, sin embargo cada vez son menos las capas sociales que se benefician de esta inversión; es decir, los privilegiados van a la escuela durante más tiempo y consumen más dinero, puesto que los último escalones educativos (universidad) son los más costosos. Al final se acaban perpetuando las situaciones de injusticia social y económica gracias a las escuelas .
Por tanto, los teóricos de la desescolarización proponen invertir las instituciones, poniendo al servicio de la gente la tecnología y los recursos. Así, la escuela debe ser reemplazada por unidades descentralizadas que estimulen la convivialidad (la convivencia y la jovialidad), que no tengan un carácter obligatorio y que posean sobre todo una utilidad pública, que en este caso se caracterice por garantizar la información y los aprendizajes útiles para la vida. Se trataría de lonjas de habilidades o “servicios de intercambio de conocimientos, de depósitos descentralizados de recursos, de un servicio de educadores profesionales y de búsqueda de compañero que facilite el encuentro entre iguales” . Por ejemplo, podría darse un centro de información, una especie de biblioteca, en el que se pudiese acceder a libros, equipos informáticos, etc. y recabar información sobre visitas a centros industriales, acceso a actividades comunitarias, ofertas de aprendizajes de oficios, etc. Así, se produciría una desescolarización del aprendizaje formal y se revalorizaría la educación informal y la capacidad autodidáctica de los educandos. La manera de igualar las oportunidades educativas sería mediante cuentas educativas personales repartidas equitativamente, de manera que cada uno pueda emplearla en el servicio educativo que más le interese.
Para Illich y Reimer esta propuesta de desescolarización no cambiará por sí sola las estructuras sociales, debe ir acompañada de una situación de cambios sociales profundos. Pero sí recomiendan no minusvalorar la educación, teniendo en cuenta que ésta no debe confundirse con la escolarización, y que una alternativa como la que ellos proponen atacaría al eslabón más sensible del sistema.
Otro autor de la teoría de la desescolarización, Paul Goodman, aún hablando de la muerte de la escuela, la complementa más marcadamente con el aspecto comunitario y no se muestra tan radical como Illich en cuanto a la desescolarización, proponiendo conservar la escuela para algunos niveles de edad y circunstancias. Algunos autores califican la teoría de la educación de Goodman de “historicista” , diferenciándola de las teorías tecnicistas o eficientistas de Illich, Reimer y Mac Luhan, más interesadas en denunciar la escuela por el derroche económico y su ineficiencia que por el daño producido a la infancia y la reproducción del individualismo capitalista.
Para Goodman es necesaria de algún modo la comunidad educativa vivencial (la convivencia tradicional entre discípulos y maestros). Por ello propone una solución mixta, así desaparecería al menos en parte, el peligro de institucionalización estatal de la educación y la asunción de la misma por una sociedad civil que no estaría atomizada, sino que, organizándose, cambiaría al mismo tiempo escuela y sociedad. Goodman era más partidario que Iván Illich de las escuelas alternativas o paralelas. Para los más pequeños propone descentralizar la escuela en pequeñas unidades o casas – club, sin que la asistencia a clase sea obligatoria, conectando el colegio con granjas económicamente deficitarias donde los niños pudiesen acudir un par de meses al año. La enseñanza técnica sería asumida por las empresas, para que mediante una formación directa los futuros trabajadores fuesen aprendiendo la autogestión. Finalmente, la universidad también tendería a descentralizarse en una red de grupos autónomos de estudios, al modo en que se desarrolló la actividad estudiantil durante el período revolucionario vinculado al Mayo del 68. De este modo, la auténtica educación, es decir, el autodidactismo o aprendizaje autónomo, podría darse en una nueva sociedad, que él la situaba en el plano de la utopía como la ciudad educativa, un proyecto comunitario donde todos los sectores y adultos de la ciudad cumplirían una función educativa: se trata de que sea la ciudad la que eduque, y no la escuela.

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