Me copio vilmente de las letras de mi amiga del blog CELEBRANDO LA VIDA.
(Inclusion of other in the self Scale, A. Aron, 1992)
Siempre he defendido que el amor de verdad está basado en el conocimiento y en la aceptación de la otra persona, a la que vemos como un ser en su totalidad y así lo queremos tal y como es. Lo sigo defendiendo, pero con los años he aprendido que este no es el único ingrediente para que una pareja funcione. Ayer, leyendo un libro de psicología social, leí algo que añadiría un ingrediente más, bastante importante, para que dos personas vivan una relación plena, satisfactoria y duradera, y éste es el llamado Grado de inclusión del otro en el yo, propuesto por un psicólogo llamado A. Aron. Esta teoría explica que dependiendo del grado de inclusión que tengamos de la otra persona en nuestro yo, la relación nos producirá más o menos bienestar. Está claro que podemos querer a una persona, aceptar sus defectos -si es que éstos son aceptables y no atentan contra el respeto-, comprenderla y hasta justificarla, pero que si no se ha inmiscuido dentro de nosotros, si no sentimos su presencia en nuestro interior, si es ajena a una parte importante de las cosas que amamos, cada vez la sentiremos más lejana y por mucho que la queramos, la veremos casi como a un extraño.
Por eso cuando dos personas favorecen el conocimiento mutuo, están permitiendo la entrada del yo en el otro, y al contrario, cuando alguno de ellos se niega a expresar sus sentimientos, deseos o miedos, está cerrando la puerta a que se la conozca. De esta forma, cuando damos calor a alguien que responde con frialdad, cuando queremos compartir con alguien cómo vemos el mundo, pero poco parece interesarle, cuando alguno evita hablar del tú o del yo, cuando escribimos versos que no necesitan ser leídos por el otro o cuando parece que a pesar de compartir el mismo techo se vive a años luz de distancia, la inclusión de ese ser en nuestro yo va empequeñeciéndose, menguando lentamente, y entonces, triste y dolorosamente, iremos poco a poco dejando de amarle.
miércoles, 13 de enero de 2010
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1 comentario:
¡ Qué cierto!. El amor no puede fluir si el canal está cerrado.
Interesante y muy reflexivo.
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